Soñé que aprobaba las oposiciones

Soñé que aprobaba las oposiciones

Sí, es verdad, esta noche soñé que aprobaba las oposiciones, y al despertar me invadía una emoción tan intensa que me hizo sonreír antes incluso de abrir los ojos. Sentí esa mezcla de alivio y alegría desbordante que siempre he imaginado en mis mejores momentos de estudio. Fue uno de esos sueños vívidos, donde podía oler el papel del BOE, escuchar con claridad mi nombre resonando en la lista de aprobados y ver a mi familia celebrando conmigo, con abrazos que decían sin palabras: «¡lo conseguiste!».

Por un instante, todo era plenitud. Y aunque la realidad me devolvió a la rutina, a los apuntes que aún me esperan sobre la mesa y a las madrugadas de estudio que todavía quedan por vivir, algo había cambiado.

Ese sueño me recordó que lo que imagino cada día no es una utopía, sino una posibilidad tangible.

Cuando opositas, es fácil sentir que el camino es largo y que la meta se difumina en la distancia. Pero soñar que apruebas te devuelve la certeza de que ese futuro es posible. No es solo una ilusión pasajera, es una señal de que tu mente ya está trabajando en positivo, visualizando lo que está por venir.

Hoy me he levantado distinto. Más ligero, más confiado. Porque sé que cada hora de estudio me acerca a la escena que ya vi en mi sueño, y que algún día viviré con los ojos bien abiertos.

He entendido que no fue un simple sueño, sino una brújula interna que me indica el rumbo: sí, es posible. Sí, puedo lograrlo.

Así que esta mañana, al abrir mis apuntes, lo hago con una sonrisa decidida. Porque no solo estudio para aprobar, estudio para hacer real lo que ya he sentido en mi corazón.