Diez técnicas para preparar oposiciones sin desesperarse en el intento

Técnicas para preparar oposiciones

La gran oferta de empleo público anunciada por el Gobierno ha disparado las expectativas de muchas personas, pero aprobar las pruebas exige un método. Proliferan los consejos para mejorar las posibilidades de éxito.

Suenan los teléfonos y llegan a diario consultas a través del correo electrónico y las redes sociales. Desde que el Gobierno anunció hace un mes sus intenciones de olvidarse de la austeridad en el empleo público y convocar 250.000 nuevas plazas de funcionario en los próximos tres años (hasta 350.000, según los cálculos sindicales, si también se tienen en cuenta las necesarias para sustituir a los trabajadores públicos que lleguen a la jubilación), muchos asturianos en paro o con un empleo de baja calidad ven en las oposiciones una vía de acceso a una vida más estable y segura. Pero no se llega hasta ahí por un camino sencillo, cuesta abajo. Los preparadores y las academias del sector de la formación de alumnos para estos exámenes repiten como dato bien contrastado por la experiencia que solo la mitad de quienes empiezan las clases llegan a presentarse a las pruebas y que no son más del 20% o el 25% quienes consiguen su objetivo de aprobar y conseguir un empleo al servicio de las administraciones públicas.

Para evitar abandonos y frustraciones, con la ayuda de Pilar Miña, tutora de oposiciones en ágorAstur Formación, la empresa del sector con mayor implantación territorial en Asturias (tiene centros en Oviedo, Gijón, Avilés y Langreo), este reportaje ha recogido consejos y recomendaciones de docentes experimentados a quienes por primera vez se acercan a la preparación de oposiciones.

1-. Compromiso serio. Sin mucho esfuerzo personal y suficientes horas de estudio, es imposible aprobar ninguna oposición. A partir de ese exigente punto de partida común, algunas son más duras que otras. No es lo mismo aspirar a ser celador en un hospital, auxiliar administrativo en un ayuntamiento, policía, juez o ingeniero del Estado. Por lo tanto, es importante escoger un objetivo que motive al opositor y, si es posible, que esté en consonancia con su formación previa. Presentarse sin estar preparado y sin haber pasado por todo el proceso no conduce a nada.

2-. Elegir un camino. Casi nadie recomienda preparar unas oposiciones por libre y en solitario. Puede pensarse que los preparadores o los centros de formación tienen intereses económicos puestos en conseguir alumnos, y es cierto. De eso viven. Pero no todo el mundo tiene la capacidad para aprobar una oposición sin ninguna ayuda. No siempre es fácil conseguir todos los temarios y, a veces, sus contenidos pueden cambiar sobre la marcha y sin previo aviso (por ejemplo, puede modificarse alguna normativa legal incluida en los temarios y dejar al estudiante en la posición de conocer solo la versión anterior). En los casos de las plazas que exigen pruebas físicas, un centro puede ofrecer también entrenadores para alcanzar esos objetivos. El aspirante también debe valorar si es capaz de avanzar por sí mismo o si le conviene la compañía y el apoyo de otras personas en su misma situación. Los preparadores dan seminarios personalizados y los centros de formación empiezan a ofrecer tutorías en las mismas condiciones.

3-. Jornada metódica. Preparar oposiciones significa estudiar el máximo de tiempo posible, aunque no todo el mundo está de acuerdo al pasar a las cifras concretas. Pilar Miña recomienda dividir el tiempo diario en dos periodos: la mañana para aprender temas nuevos y la tarde, después de una pausa para comer, dedicada al repaso de lo anterior. Pero caben excepciones. Hay quien prefiere el estudio nocturno o quien ya tiene un trabajo y debe adaptar su programación al horario laboral. En todo caso, lo necesario es ser metódico: marcarse objetivos (realistas, para no caer en incumplimientos y frustraciones) y cumplirlos. No todos los tipos de oposiciones requieren las mismas horas frente a los apuntes y los libros, pero todos requieren constancia.

4-. El orden es fundamental. Lo indicado es proceder por orden y avanzar por el temario unidad por unidad, no lanzarse a un estudio global y desordenado. Los repasos y las lecturas complementarias siempre son de ayuda. Miña, como otros preparadores, recomienda un enfoque gradual de las horas de estudio. De nada sirve empezar con jornadas inhumanas para después venirse rápidamente abajo. Es preferible empezar con sesiones más cortas e ir alargándolas progresivamente, aunque eso también depende de las circunstancias personales. No es lo mismo una persona joven, con la universidad recién acabada y hábitos adquiridos de estudio, que otra que pase de los 40 y lleve muchos años sin estudiar o no lo haya hecho nunca.

5-. Sin mirar atrás. Los preparadores expertos aconsejan elaborar un cronograma y atenerse a él. Si, por cualquier circunstancia, algún día no se cumplen los objetivos, es mejor despejarse y retomar la tarea donde se interrumpió. Las técnicas de estudio son las que a cualquiera le han inculcado desde la infancia: lectura de los temas, elaboración de esquemas, composición de resúmenes y memorización de los datos necesarios.

6-. Sin reposo no hay equilibrio. No conviene olvidarse de descansar. Miña recomienda dejar libre al menos un día a la semana y, si uno es organizado, el fin de semana completo. Lo que ya nadie recomienda son los largos periodos de reclusión en los que el opositor pierde todo contacto con su vida social o familiar. No ayuda a nadie, porque aprobar unas oposiciones puede ser un proceso muy largo. En ocasiones, no se sabe de antemano cuánto va a durar. Dormir las consabidas ocho horas también es necesario por dos razones: durante el sueño la memoria fija los nuevos conocimientos recién adquiridos y el estudiante necesita estar bien descansado y despejado para empezar el proceso otra vez al día siguiente.

7-. El deporte ayuda. Para algunos es imprescindible porque han puesto los ojos en algunas plazas cuya obtención conlleva la superación de pruebas físicas, en ocasiones incluso con marcas exigentes. Pero a todos les ayuda a despejar la cabeza, a mantener la forma física y a no embotarse con las largas sentadas para estudiar. Es importante encontrar tiempo para practicarlo.

8-. Ensayar los exámenes. Los centros de formación hacen simulacros en las mismas condiciones que los aspirantes se encontrarán el día de la prueba oficial. Ayuda a controlar los nervios y a no enfrentarse a lo desconocido en el momento más importante. Saber cómo enfrentarse a las preguntas de un examen (ya sea de tipo test, con contestaciones que deben desarrollarse o con respuestas orales) distribuir el tiempo disponible entre las distintas preguntas o hablar bien en público ayudan a controlar los factores externos y a centrarse únicamente en transmitir los conocimientos adquiridos sin fallar por el nerviosismo o la falta de experiencia.

9-. Aspirar al máximo. Aunque no se trata de convertir el proceso de la oposición en una competición despiadada con otras personas que están en la misma situación y son compañeros con quienes convivir, sí es imprescindible no olvidar nunca que en estas pruebas no se trata simplemente de conseguir un aprobado, sino de lograr la mejor nota posible. El número de plazas es limitado y solo las calificaciones más altas dan acceso a ellas. Si la oposición da acceso a una bolsa de empleo, la posición en ella también queda determinada por la nota. Pilar Miña lo resume así: «El objetivo no es un cinco, sino pasar la nota de corte».

10-. Nunca desmotivarse. Algunos centros de formación animan a sus alumnos a presentarse a pruebas para las que aún no están preparados para que vean cómo funcionan y qué pueden esperar cuando acudan a ellas con todas las intenciones de aprobar. Pero, incluso si fracasan cuando van en serio, piden no arrojar la toalla con facilidad. La recompensa final merece la pena. Da calidad de vida, estabilidad o un sueldo estable, como buscan los candidatos.